09 septiembre 2013

Las medias verdades en el traspaso de Özil

El mercado de fichajes ha traído consigo varias tormentas en el día a día de la familia madridista. Una de ellas ha sido el traspaso de Mesut Özil al Arsenal, lo que ha enfrentado a la directiva del Real Madrid con varios de los ya ex-compañeros del mediapunta alemán. La reacción ha molestado a Florentino Pérez y al resto de directivos, que no comparten que sean los propios jugadores los que pongan en duda la conveniencia de una decisión estratégica del club.

Y es que el traspaso de Mesut Özil al Arsenal ha creado mucha controversia. Las tertulias televisivas no han dejado de hablar estos días de la marcha del genial jugador alemán al Emirates Stadium. Yo, después de escuchar a unos y otros, no se muy si decir si es bueno o malo, aunque lo que no ofrece ninguna duda es que traspasar a este jugador por los casi 50 millones de euros que ha pagado el conjunto de Wenger es un gran negocio.

El germano de origen turco llegó hace tres temporadas. Había realizado un excelente Mundial en Sudáfrica y había brillado en varios partidos. Mourinho lo pidió y, previo pago de 18 millones de euros al Werder Bremen, lo ficharon. Pronto se metió al público del Bernabéu en el bolsillo, gracias a su fútbol exquisito y a su calidad.

Pero el Real Madrid es el club difícil para cualquier jugador, se pasa un examen continuo en cada partido y Özil, si ha salido del Madrid es porque no ha superado el examen de la presión. Quería un puesto en el once titular sin pelearlo y eso, en cualquier club de primer nivel, es imposible. No ha querido asumir ese reto y se ha marchado a un equipo más 'cómodo', en el que será la estrella única, y no tendrá esa exigencia que el Real Madrid imprime en el día a día.

Hay que señalar que para la directiva del Real Madrid "no era un buen profesional". No dudaron nunca de su indiscutible calidad, pero sí de su discutible compromiso. El alemán llevó en Madrid una vida nocturna que no era aconsejable para un deportista de élite, y su 'crisis' no solo duró un año, como se ha dicho. Si nos remitimos a los datos, en las tres temporadas que ha jugado en el Madrid, Özil no ha completado ni la mitad de los partidos oficiales que ha comenzado. Este dato es revelador, ya que ha jugado 157 partidos estas tres temporadas y 45 fueron completos, números un tanto pobres que, a priori, no parecen de un jugador indiscutible.

Además está el tema económico, problema que comenzó ya en el pasado mes de abril cuando su padre (y agente) solicitó al club un aumento de salario, de los 4,5 millones netos que cobraba a los 8,5. El Madrid le ofreció un nuevo contrato hasta 2018 con una ficha de 6,5 millones de euros y desestimó tajantemente la petición de papá Mustafá, con el consiguiente cabreo del jugador (viendo lo de Kaká lo puedo entender), por lo que Özil fue colocado en los mercados de Inglaterra, Francia y Alemania. Unos días antes de su traspaso, el jugador manifestó que no deseaba salir del Madrid. Ahora ya es tarde para pararse a pensar si, influido por la ofuscación de su padre, se ha equivocado.

Pero lo cierto es que del Madrid se marcharon jugadores que parecían que no se podrían ir nunca (Redondo, Raúl, Hierro, Di Stéfano)... y el club continuó su camino. Otros que sí quisieron estar en el Madrid seguro que harán olvidar al alemán. Hablo de jugadores como Isco o Bale, que llegaron este año, o los Cristiano, Modrić y Di María, quienes en tres partidos han demostrado al Bernabéu que quieren jugar en el Madrid. Porque nada ni nadie está por encima del club de Concha Espina. Ni siquiera Özil y, mucho menos, su señor padre.

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